Propuesta económica nacionalista

Dirigida a los conductores de la política económica y comercial de Panamá.

Distinguidos señores, ustedes van por buen camino. Hasta ahora han rechazado las abstracciones teóricas sobre economía. Han demostrado que no se dejan impresionar por conceptos etéreos y peligrosos como riqueza, productividad, crecimiento, eficiencia. Vuestra principal preocupación es por el productor nacional, al cual han protegido muy bien de la competencia extranjera. En síntesis, ustedes reservan el mercado nacional a los panameños.

En atención a esta espléndida política proteccionista, deseamos ofrecerles a ustedes una maravillosa ocasión para aplicar su . . . ¿Cómo diríamos? ¿Su teoría? No, nada es más peligroso que la teoría. Diremos, por tanto, su praxis, sin teoría ni principios.

Nuestro país sufre la intolerable y avasallante competencia de un rival extranjero colocado en unas condiciones tan superiores a las nuestras en materia de comunicaciones, que inunda nuestro mercado nacional a precios reducidísimos, privando a los panameños de la oportunidad que en derecho les corresponde. Exigimos que muestren ustedes el nacionalismo para promover y asegurar la aprobación de una ley que ordene que todas las personas en el territorio nacional se desconecten de este infame competidor, que no es otro que la Internet. Para esto, será necesario el cierre forzoso de todos los llamados Internet Cafés, así como la confiscación de toda terminal para la conexión a Internet, computadores y cualesquiera otros equipos, tanto de uso comercial como de uso privado, que facilite la conexión a la Internet.

Quieran ustedes no tomar esta propuesta a la ligera, como si fuese una sátira, ya que no lo es, y sírvanse considerar a fondo las razones que tenemos para fundamentarla.

Primero: si ustedes acceden a nuestra petición y cierran todo Internet Café y cualquier otro acceso público o privado a la Internet, ¿cuál sería en Panamá la industria o sector productivo que no se vería estimulado?

Al impedir la conexión a Internet, se estimulará el uso de mensajeros de carne y hueso que transmitan la información por medios físicos como el correo, ya sea aéreo, marítimo o terrestre, o sencillamente de viva voz. Nuestro servicio estatal de Correos Nacionales se verá claramente robustecido, así como otras empresas privadas dedicadas a la mensajería internacional, empresas en las que trabajan muchos panameños y que sin duda tendrán la necesidad de contratar aún más compatriotas, para satisfacer la demanda de mensajería que creará la abolición de la Internet en nuestro país.

Las líneas aéreas panameñas, los armadores de buques, los astilleros, el Canal de Panamá, los puertos, el ferrocarril, y con ellos millares de trabajadores panameños, verían un incalculable aumento en sus ingresos, dado que los mensajes e información en general, impresos en papel, papel fotográfico, y similares, necesitan evidentemente un medio de transporte físico y real para ser conducidos hacia y/o desde nuestro país, muy a diferencia del irreal y distorsionador sistema de comunicación electrónica en que consiste la Internet, en el que la información es manipulada y alterada, y que además no deja una prueba tangible de su existencia, resultando por ello de naturaleza no fiable.

Pero además, la industria del papel recibirá un empuje considerable, dado que al eliminarse la competencia de la Internet, una enorme proporción de mensajes requerirán ser impresos en papel. Y si la industria del papel se beneficia, es claro que la industria maderera, de la cual se extrae el papel, también recibe un estímulo. Nuestro agro tendrá ahora más opciones rentables a las cuales dedicar la tierra cultivable, y esto sin contar con el enorme estímulo a la reforestación que esto traerá, beneficiándose así también el medio ambiente.

Pero no terminarán allí los beneficios a la economía de nuestro país. Fijémonos que en las comunicaciones de orden local, de un pueblo a otro cercano, por ejemplo, las soluciones prácticas para lograr una comunicación que contribuya al desarrollo de los panameños comprende algunas hasta ahora ni siquiera contempladas. Los productores de leña y carbón vegetal, que tanto beneficio hacen a nuestros bosques eliminando el pernicioso exceso de árboles, ahora podrán explotar comercialmente el uso de señales de humo para la transmisión de mensajes de una aldea a otra cercana, en el interior de nuestra campiña.

Consideren bien nuestra propuesta, señores líderes nacionales. No caigan en la trampa que algunos les tenderán, al hablarles de los intereses del consumidor. Sí, el consumidor, ese burgués pernicioso que de manera egoísta sólo piensa en obtener lo mejor al más bajo precio, sin la menor consideración hacia el productor nacional. Confiamos en que ustedes no caerán en tal manipulación, pues consistentemente en el pasado han demostrado que los intereses del consumidor no son vuestra prioridad.

Algunos defenderán la Internet hilando delgado, y alegarán que ésta es un medio que abarata costos, aumenta la productividad, facilita el acceso a la información, y otros argumentos engañosos. Señores líderes, confiamos en que ustedes sabrán reconocer y rechazar estos conceptos abstractos propios de académicos de aire acondicionado, que sólo piensan en números insensibles como si nuestro país estuviese poblado de robots. ¿Y qué con nuestros productores de carne y hueso? ¡No se dejen engañar con estos conceptos fríos que no toman en cuenta las realidades de nuestro país.

En fin, distinguidos señores líderes de nuestra Patria, la decisión es vuestra, pero ha quedado aquí demostrado que, siguiendo la práctica de proteger al productor y al empresario criollo sin atender a conceptos económicos como riqueza, crecimiento y productividad, en lógica deben ustedes acceder a nuestra propuesta y cerrar definitivamente la nefasta operación de la Internet, que precisamente por sus bajos costos implica una competencia desigual para nuestros operadores criollos de comunicaciones.

(Adaptado del documento Petición de los fabricantes de candelas, de Frederic Bastiat, 1847)
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Léalo en La Prensa.