Emprenderismo
Guerra monetaria
Posted by Jaime Raúl Molina in Economía on noviembre 15, 2010
Destrucción creativa
Posted by Jaime Raúl Molina in Economía, Negocios, Tecnología on octubre 15, 2010
Telecom Panamá
Posted by Jaime Raúl Molina in Economía, Negocios, Tecnología on septiembre 15, 2010
Fútbol y Economía
Posted by Jaime Raúl Molina in Economía, Sociología on agosto 15, 2010
El legado de Uribe
Posted by Jaime Raúl Molina in Ciencia Política, Economía, Libertad on julio 15, 2010
Oda al empresario
Subsidios caros
Posted by Jaime Raúl Molina in Economía on abril 15, 2010
El Euro en problemas
Posted by Jaime Raúl Molina in Economía on marzo 15, 2010
El cuento del salario mínimo
(Artículo publicado en Revista Agenda, febrero de 2010)
Mala teoría económica
Los defensores del salario mínimo parten de la Teoría del Valor-Trabajo, que considera el trabajo humano como la fuente de todo valor. Es decir, un zapato vale X cantidad de dólares, en consideración a la cantidad de trabajo humano (horas-hombre) que fue necesario para producir el zapato.
La Teoría del Valor-Trabajo ha sido refutada desde hace mucho tiempo. Usted cuando compra zapatos, no le pregunta al vendedor cuántas horas-hombre se requirieron para fabricarlo. A usted ni a nadie le interesa eso a la hora de comprar zapatos. Usted se fija en la calidad, el material, su estética y comodidad, y todo eso lo evalúa tomando en cuenta el precio. Usted se decide por el par de zapatos que le brinde, a opinión suya propia, la mejor relación utilidad-precio. Por ejemplo, si existen dos pares de zapatos iguales en todo excepto en precio, el par A teniendo un precio de cien dólares, y el otro con precio de sesenta dólares, usted probablemente comprará el de sesenta (o de repente se compra el de $100 porque es de una marca más reconocida que le brindará ‘status’). Pero lo cierto es que a usted, a la hora de elegir, no le interesa la cantidad de horas-hombre insumidas en el par de zapatos.
La Teoría del Valor-Trabajo ha sido reemplazada hace mucho tiempo por la Teoría de la Utilidad Marginal, que explica que usted comprará el par de zapatos que usted considere le rinden la mayor utilidad por ese precio, relativo a los otros pares de zapatos disponibles, y en atención a la cantidad de dinero que usted considere que puede dedicar a ese par de zapatos.
El salario mínimo crea desempleo
Siguiendo con el ejemplo del par de zapatos, ¿qué pasaría si el gobierno decide poner un ‘precio mínimo legal’ para los zapatos? Si el precio mínimo es fijado, pongamos por caso, en $100, entonces todo aquel que venda zapatos por debajo de ese precio, tendrá que aumentarles el precio a $100. Todas aquellas zapaterías que competían en el mercado vendiendo zapatos baratos de $50 y $60, por ejemplo, resultarán muy perjudicados. La razón es simple: si usted tiene que pagar $100 de todas maneras por el par de zapatos, elegirá el de mayor calidad. Aquél que antes competía porque vendía zapatos de menor calidad pero a precios accesibles, ahora quedará fuera de mercado.
¿Qué tienen que ver los zapatos con el empleo remunerado? Tiene todo que ver, porque así como los zapatos en el mercado no son homogéneos, tampoco lo es el trabajo de los seres humanos. Hay personas más productivas que otras. Así como el que vende zapatos de menor calidad puede competir si ofrece a precios relativamente bajos, pues del mismo modo el trabajador con pocas o ningunas calificaciones laborales, o con poca experiencia, puede competir precisamente porque cobra menos que los trabajadores mejor calificados. Del mismo modo que poner un precio mínimo legal saca de mercado a los que hubieran vendido por debajo de ese mínimo, el salario mínimo legal hace lo mismo con el trabajo asalariado de los menos calificados y menos productivos. El resultado es que el salario mínimo legal genera desempleo neto.
Perjudica más a los más jóvenes
Es común que el primer empleo formal de toda persona sea uno con salario bajo. Cuando uno entra al mercado laboral a los 18 años carece de experiencia y de calificaciones. Pero entrar a trabajar en una empresa, así sea de forma gratuita, le permite a esa persona aprender en el empleo y adquirir conocimientos que de otro modo no obtendría. Una vez dentro, ya dependerá de la propia persona si progresa o si se estanca, pero lo crucial es entrar. El salario mínimo legal, al eliminar o reducir el único aspecto en que el joven sin calificaciones laborales puede competir con otros más experimentados, se convierte en una barrera para que las personas con menor educación y calificaciones, puedan entrar al mundo laboral formal. Se ven así condenados al desempleo, o a permanecer en el mercado informal. ¿Qué clase de justicia social es ésa?
El joven recién egresado del colegio, carente de experiencia, ve entonces severamente limitadas sus posibilidades de acceder a un empleo en el sector formal. Es por eso que tantos jóvenes buscan entonces ser contratados en el sector gubernamental, allí donde las competencias laborales son lo que menos importa, siempre que el político quiera congraciarse con el joven por motivos netamente políticos.
Perjudica al emprendedor humilde
Una de las razones por las que el empresario humilde se mantiene en el sector informal y no avanza hacia la formalidad, lo constituye precisamente el salario mínimo. Me explico: si usted es una persona humilde y decide iniciar un puesto de venta de hamburguesas, el salario mínimo es irrelevante, hasta ese punto. Si usted gana en su propio negocio, menos del salario mínimo, ello no importa porque usted es su propio jefe y no hay relación laboral. Allí el salario mínimo no aplica y no le constituye aún una barrera. Pero digamos que sus hamburguesas son todo un éxito y poco tiempo después de iniciar su operación, la demanda es tal que usted necesita contratar un ayudante. Bueno, ¡mejor que no se le ocurra a usted contratar a alguien que no sea de su extrema confianza, como un familiar o un amigo muy cercano! Porque si lo hace, se va a encontrar con una ingrata sorpresa: usted tiene que pagarle salario mínimo. Sí, ese mismo negocio que no da para que usted pueda pagar salario mínimo ni a usted mismo que es el propietario, ahora tendría que pagar salario mínimo al ayudante.
Y recuerde que el costo para el empleador nunca es equivalente al salario, sino mayor, pues por encima del salario mensual están las prestaciones (una fórmula bastante aproximada es sumar 40% al salario, para determinar el costo real directo para el empleador).
Conclusión