Destrucción creativa

(Artículo publicado en Revista Agenda, octubre de 2010)

Algunos conceptos en Economía pueden resultar bastante contraintuitivos. Uno de esos conceptos contraintuitivos es el de destrucción creativa. Sin embargo, no puede haber progreso económico (y en ningún otro campo humano) sin destrucción creativa. Veamos qué es.

Máquinas de escribir vs. Computadoras

Hace más de tres décadas surgió la computadora personal. Comenzó a tomar fuerza en la década de 1980 y ya para inicios de la década de 1990 era evidente para todo el mundo que la máquina de escribir estaba en vías de extinción. Hoy día no existe oficina en que aún se utilice máquina de escribir como herramienta base para el procesamiento de texto.

Esa transición de la máquina de escribir a la computadora personal es un buen ejemplo de destrucción creativa. Las empresas que fabricaban máquinas de escribir tuvieron que adaptarse o dejar de existir. Los trabajadores que se habían dedicado por años o décadas al proceso de fabricación de máquinas de escribir tuvieron la misma alternativa: adiestrarse en otra cosa y buscar empleo en otra actividad, o quedar desempleados.

Es decir, la creación de algo novedoso como la computadora personal, implicó el destronamiento de la máquina de escribir como herramienta esencial de la oficina. Implicó entonces que las empresas que se especializaron en la fabricación de máquinas de escribir debieron adaptarse o morir. Implicó que las empresas que fabricaban cintas de tinta y demás piezas y accesorios para las máquinas de escribir, perdieron esa línea de negocio y tuvieron también que adaptarse o desaparecer.

Abundan casos como éste. Otro ejemplo lo es el invento del automóvil y su reemplazo de la carreta halada por bestias, hace mucho más tiempo; o el surgimiento de la Internet y cómo ha obligado a los periódicos y revistas a reinventarse (en los países con alta penetración de Internet, ésta ha representado menos ventas de periódicos y revistas).

Quiebras y despidos

Las innovaciones tecnológicas abundan en nuestros tiempos. Y ellas permiten un continuo mejoramiento de la calidad de vida de las personas. Pero nada es gratis en el mundo, y estas innovaciones implican casi siempre algún tipo de sacrificio para algunas empresas y personas. Muchos de los trabajadores que se especializaron en máquinas de escribir habrán quedado sin empleo en algún momento, debido a la llegada del computador personal.

Y esto aplica no sólo con innovaciones tecnológicas, sino con innovaciones de cualquier clase. Si un empresa entra a un mercado y comienza a ofrecer beneficios no ofrecidos por las demás empresas en dicho mercado, y los consumidores comienzan a preferir el producto o servicio de la empresa innovadora en detrimento de las otras empresas, estas últimas comenzarán a ver mermadas sus ventas. Las que no se adapten, llegarán a la quiebra y sus trabajadores perderán sus empleos. Ante este panorama, alguien podría pensar que dichas quiebras son algo negativo para la economía y la sociedad en general. No lo es.

Aunque parezca un contrasentido, las quiebras de empresas no necesariamente son algo malo para la sociedad. La quiebra de una empresa, normalmente se da porque ha dejado de ser rentable, ya sea por la actividad en sí, o porque sus servicios o productos dejaron de ser competitivos. Si tal es el caso, lo realmente destructivo de riqueza social sería mantener artificialmente a dicha empresa en operaciones. Esto es lo que ocurre muchas veces como resultado de políticas estatales destinadas supuestamente a proteger plazas de empleo. El objetivo es loable, pero el mecanismo es perverso. Aunque a simple vista pareciera que se están salvando unas plazas de empleo, en realidad se está castigando al resto de la sociedad con mayores costos. A la larga, se inhibe el progreso y la creación de riqueza.

Ya ocurrió con las máquinas de escribir, con las empresas de carruajes (cuando llegó el transporte automotor), y seguirá ocurriendo con las innovaciones que en nuestra vida moderna ya se han convertido en algo rutinario. Al inicio las quiebras y los despidos de trabajadores en empresas que sufren por el cambio, significan un trago amargo. Pero esas quiebras son requisito esencial para el reacomodo de los recursos productivos, a partir de actividades que ya no son creadoras de riqueza, hacia actividades que sí lo son. Los trabajadores se reinventan a sí mismos y obtienen ocupación en alguna otra empresa, muchas veces en mejores condiciones que en la que estaban originalmente.

En otras palabras, la quiebra y disolución de la empresa que arroja pérdidas continuamente, es necesaria precisamente para reasignar los recursos que ella tiene atados, a otras actividades más productivas para la sociedad. Es por ello que, aunque inicialmente represente un trauma para los trabajadores afectados, a largo plazo incluso éstos resultarán beneficiados con una mejor calidad de vida.

Políticas Públicas

Todo esto es importante porque muchas veces los gobiernos establecen políticas públicas que inhiben el proceso de destrucción creativa sin el cual no puede haber progreso. Ojo, esto no quiere decir que nunca deba protegerse lo existente. Hay situaciones en que la sociedad obtiene un beneficio neto de proteger algo frente a su posible reemplazo. Por ejemplo, la sociedad tiene un interés en la conservación de la riqueza cultural de la Nación, y por ello se protege la riqueza arquitectónica del Casco Antiguo de la ciudad. Dado que en ello hay un elemento de riqueza cultural, que es invaluable e irremplazable, la sociedad está muy bien servida por las políticas públicas que buscan proteger dicha riqueza arquitectónica frente a la posibilidad de ser demolidas y reemplazadas por estructuras modernas.

Lo anterior ilustra como ejemplo el hecho que no siempre es malo proteger lo existente frente a lo nuevo. Hay otros casos (conservación de ciertas áreas por interés ambiental), etc. Pero fuera de tales situaciones de excepción, la regla general que aplica es que el Estado no debe proteger formas de producción que han resultado desplazadas por otras más eficientes, so pretexto de proteger plazas de empleo, porque como hemos visto arriba, ello es un espejismo que en realidad empobrece a largo plazo a toda la sociedad.

El cambio y Usted

El proceso de destrucción creativa no sólo se da cuando quiebra una empresa. Ese es un caso extremo. También se da cada vez que la empresa en que usted trabaja decide cambiar el sistema informático que usa para la contabilidad o el manejo de archivos, o control de calidad, o cualquier otro tema importante que lo afecte a usted. La reacción inmediata y natural de las personas en tales situaciones es rechazar el cambio. Ello es natural por cuanto implica que uno tenga que salir de su zona de comfort y volver a aprender algo que ya creía aprendido. Pero si algo debe estar claro para el Hombre moderno es que lo único constante es el cambio. Por ello, abrace usted también el concepto de destrucción creativa. Sus hijos vivirán mejor.