Guerra monetaria

(Artículo publicado en Revista Agenda, noviembre de 2010)

El ministro de finanzas brasileño, Guido Mantega, oficialmente bautizó como guerra monetaria internacional, la creciente competencia entre bancos centrales para ver quién devalúa más su moneda.

Dólar en caída

En primer lugar, una aclaración: como las monedas hoy día no tienen una convertibilidad oficial (salvo pocas excepciones), la devaluación se da mediante intervención del banco central, por distintos medios, para causar una depreciación de la propia moneda frente a otras monedas. Es el uso de política monetaria para tratar de estimular el crédito y con ello reactivar la economía. Si esto funciona o si en realidad resulta en una receta de consecuencias peores que la enfermedad, es otro tema en el que no entraré aquí, por razones de espacio.

Esta devaluación competitiva inició con el dólar, cuando la Reserva Federal inició el llamado quantitative easing o ‘QE’ (que vendría a traducirse como flexibilización cuantitativa), con el objeto de frenar la recesión económica y reestimular el crecimiento. Esto, fue seguido en mayor o menor medida por los bancos centrales del resto del mundo. El QE consiste en que el banco central adquiere activos (principalmente deuda soberana del país, bonos corporativos y otros títulos de deuda), comprándolos a los bancos comerciales y otras entidades financieras, en lo que se conoce como operaciones de mercado abierto.

Pero la parte más importante, es la proveniencia de los dineros que usa el banco central para esas operaciones de mercado abierto. Ese dinero es creado ex nihilo por el propio banco central. Significa que se inyecta más dólares al sistema. A consecuencia de dicho aumento de la base monetaria, ocurre una dilución del poder adquisitivo de la moneda.

Cuidado con las comparaciones entre monedas

Normalmente, las monedas se cotizan frente a otras monedas. Se dice que el dólar se cotiza a X dólares por Y euros, por ejemplo. Esto puede hacer más difícil para la gente el visualizar que una moneda se está depreciando. Puede ocurrir que el dólar no sufra un menoscabo sustancial frente a otras monedas, y sin embargo esté perdiendo sustancial poder adquisitivo. Esto se da si las otras monedas también se están diluyendo de forma similar. Sostengo que esto es lo que está ocurriendo.

El oro es históricamente el proverbial canario en la mina de carbón, que nos avisa si una moneda se está diluyendo. El precio del oro ha aumentado en dólares, en euros, y en cualquier otra moneda, lo que está confirmando que las monedas están perdiendo poder adquisitivo de manera mucho más grave que lo que las cotizaciones de divisas indican.

Por ejemplo, desde el inicio de 2009 hasta fin de septiembre de 2010, el dólar se apreció 5% frente al euro. Sin embargo, en ese mismo período, el dólar perdió poder adquisitivo en términos de oro, por el orden de 50%, similar al euro. Y puede comparar usted con el yen, con el yuan, libra esterlina, y en general cualquier moneda importante, y verá el mismo efecto: las monedas están depreciándose de manera importante frente al oro, lo que indica un envilecimiento acelerado de las monedas.

Lo que viene

Las autoridades de bancos centrales en las economías más importantes del mundo, están todas enfrascadas en una guerra monetaria que nos está llevando hacia una consistente pérdida de poder adquisitivo de las monedas. Esto puede también degenerar en una oleada de proteccionismo que terminaría empeorando aún más la economía mundial.

Pero el riesgo mayor es que se genere inflación fuera de control. Las experiencias históricas de hiperinflación son siempre catastróficas: la gente pierde el poder adquisitivo de sus ahorros, la clase media desaparece, y se abre el camino muchas veces para la entrada de gobiernos populistas e incluso dictaduras. La hiperinflación alemana de 1923 en gran medida pavimentó el camino que unos años después llevó al partido nazi al poder, con las consecuencias que todos conocemos.

¿La solución?

A nivel macro, que los bancos centrales dejen de intervenir para devaluar sus monedas. Es preferible la contracción económica, por amargo que sea el trago. El envilecimiento de la moneda destruye también el comercio y el resto de la estructura económica y social.

A nivel personal, comience, si aún no lo ha hecho, a comprar y atesorar oro.