Emprenderismo

(Artículo publicado en Revista Agenda, diciembre de 2010)

Este vocablo no aparece en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (DRAE), pero se refiere a la cualidad de iniciar y llevar a cabo proyectos de negocios. Correspondiente al término anglosajón ‘entrepreneurship’ (que su vez, como dato curioso, constituye un galicismo). ¿Cuánto emprenderismo hay en Panamá? ¿Qué podemos hacer para incentivarlo?

La importancia del emprenderismo

El emprenderismo es la constante búsqueda de oportunidades de negocio, para iniciarlos y desarrollarlos. Es decir, no basta tener una idea de negocio, sino que hay que llevarla a la práctica. Todos tenemos en algún momento alguna idea de oportunidades de negocio. Pero no todos llevan dicha idea a un emprendimiento concreto. Es en esto que se diferencia la persona emprendedora de la que no lo es.

El emprenderismo es importante porque sin personas emprendedoras no ocurriría lo que se conoce como descubrimiento empresarial, es decir, la continua innovación que ocurre en el proceso productivo en una sociedad, como resultado del afán de lucro, que lleva al emprendedor a buscar cómo satisfacer necesidades reconocidas del público, cada vez de maneras más eficientes, o a descubrir nuevas necesidades del público hasta ahora no satisfechas. Sin ese descubrimiento empresarial, no podría haber innovación ni progreso en la sociedad.

Cualidades del emprendedor

El emprendedor es perspicaz, atento siempre a descubrir necesidades de las personas, que no están satisfechas o que se pueden satisfacer de mejor manera; está dispuesto a asumir riesgos; liderazgo, porque para vender (y toda actividad empresarial implica vender algo, aunque sea una idea) se requiere capacidad de persuasión, y además porque si desea expandir su negocio requerirá trabajar con un equipo y liderarlo hacia el éxito.

Adicional a las mencionadas cualidades personales, el emprendedor, para ser exitoso a largo plazo, debe tener una ética de negocios con ciertos principios y valores, de los que los principales son: i) Honradez: el emprendedor exitoso no trata de sacar ventaja de la mentira, ni persuade a los demás mediante argucias; ii) Disciplina: el emprendedor requiere mucha para coordinar todos los factores de producción y además hacer frente a los imprevistos que siempre acompañan a cualquier emprendimiento; iii) Responsabilidad: da la cara por su empresa y no evita responder y asumir las consecuencias de sus actos o de las actividades de su empresa.

El panameño, ¿es emprendedor?

Muchísimos negocios exitosos en nuestro país son iniciados y desarrollados por inmigrantes. Muchas ideas de negocios son llevadas a la práctica por extranjeros, y luego en retrospectiva nos parece increíble a muchos que otro nos haya robado el mandado, como decimos en Panamá. Esto lleva a muchos a decir que el panameño no es emprendedor.

Pero esto no es único de Panamá. En todos lados donde hay alta inmigración neta, el inmigrante se destaca por ser emprendedor. Piénselo: normalmente cuando una persona o una familia sale de su país y emigra a otro, lo hace buscando nuevas oportunidades. Fuera de los casos en que el viajante parte de su país con un contrato de trabajo ya asegurado de antemano, lo normal y a esperarse es que esa persona busque iniciar un negocio en el país receptor. Pasa en los Estados Unidos de forma muy marcada también, y sin embargo nadie puede decir que el estadounidense es poco emprendedor.

Como en muchas otras cosas, la verdad es bastante más compleja que lo que las extremas simplificaciones populares señalan. Yo creo que en Panamá hay muchos emprendedores, todos tenemos a un pariente o amigo emprendedor y empresario. No obstante, quizás hay algo de cierto en que podríamos tener más gente con espíritu emprendedor.

¿Cómo aumentamos el emprenderismo en Panamá?

Un importante papel lo juega la educación. Pero no necesariamente me refiero a la educación formal dentro de un centro académico. Hay muchas formas de educación, y una de las fuentes más importantes, yo diría que la más importante, de adquisición de conocimiento y destrezas empresariales, lo es el trabajar dentro de otra organización empresarial. Basta observar que hay un alto emprenderismo entre quienes se han criado trabajando en el negocio de su familia. Vaya usted a cualquier tienda de abarrotes y verá que el paisano tiene a sus hijos trabajando y contribuyendo con la empresa familiar, desde joven edad. Esto, lejos de ser algo negativo, es buenísimo porque ese muchacho adquiere desde temprano una rica experiencia empresarial, lidiando con el día a día y los imprevistos, contratiempos y retos cotidianos de una empresa. Dicha experiencia lo curte para ser empresario cuando adulto.

Y hablando de educación, ahora sí dentro de un centro académico formal, lamentablemente el sistema educativo busca cultivar en el estudiante conocimientos, con el objeto de que estudie una profesión liberal o adquiera un oficio que le permita obtener un empleo remunerado. Y no es que emplearse por un salario sea algo negativo per se, solamente que no es la única opción.

Otras barreras

Existen muchísimos emprendedores en el mercado informal. La informalidad se da no porque el emprendedor quiera mantenerse al margen de la ley, sino las más de las veces, porque le resulta imposiblemente caro integrarse a la formalidad. Existen barreras para formalizar un negocio, algunas naturales y otras creadas por la ley. Hay algunas barreras que tienen una razón de ser y responden a una necesidad real de regulación y protección al público, pero hay muchas otras que simplemente son una traba injustificada para la apertura y operación de nuevos negocios.

Se ha logrado algunos avances, sin embargo. Desde el año 2007, Panamá cuenta con un avanzado sistema de registro de apertura de empresas, tanto a título personal como a nombre de corporaciones, llamado PanamaEmprende, mediante el que cualquier persona puede presentar su registro de negocios y realizar varios trámites en un solo procedimiento corto, sencillo y barato, que se puede completar en menos de una hora a través de Internet.

El Código de Trabajo, lamentablemente, castiga el emprenderismo. Una persona humilde que inicia un negocio de restaurante, por ejemplo, ve limitada su capacidad de expansión porque para él, asumir las obligaciones y pasivos que impone el Código de Trabajo, con sus correspondientes restricciones, resulta muy caro. Y el empresario no cobra Décimo Tercer Mes, ni tiene vacaciones aseguradas, ni Prima de Antigüedad. El empresario, grande o pequeño, asume riesgos y muchas veces tiene que sacrificarse hasta por varios años, para sacar su negocio adelante, antes de poder disfrutar lujos como tomarse unos días libres y pagarse dividendos. Pero el Código de Trabajo otorga a los trabajadores asalariados una serie de prerrogativas frente al empresario, que hacen menos atractivo aún el arriesgarse a emprender un negocio.

Conclusión

No todo el mundo quiere ni tiene que ser emprendedor. El trabajo asalariado tiene su lugar en el mercado. Pero tengamos claro que un país crece más en la medida que sus ciudadanos son emprendedores de negocios.