Adiós, libro de papel


(Artículo publicado en Revista Agenda, marzo de 2012)

El libro impreso va a perder el rol que ha mantenido por siglos.  Está siendo reemplazado de manera acelerada por los libros electrónicos.  Lo mismo ocurre con los periódicos, revistas y panfletos impresos en papel, que están siendo desplazados por los medios digitales, disponibles en o distribuidos a través de la Internet.  El libro impreso ha sido herido de muerte.

Revoluciones tecnológicas

El invento de la imprenta por Gutenberg en el Siglo XV, trajo consigo consecuencias revolucionarias en Europa, resultando eventualmente en la Revolución Industrial y el mundo moderno.  La imprenta fue la primera Internet universal, pues permitió la producción en masa de libros, panfletos, periódicos.  El acelerado crecimiento científico, intelectual y cultural europeo que vino después, fue permitido en gran medida por dicho invento.  La educación del público en general, baluarte del liberalismo del Siglo XVIII y de las Revoluciones Francesa y Norteamericana, así como del estado-nación moderno, jamás habría sido posible sin el libro impreso.

La imprenta reemplazó la industria de los copistas de libros, que eran quienes los copiaban manualmente.  Y antes el libro de papel reemplazó a la industria de las tablillas de arcilla, que era el medio en que en Sumeria y Mesopotamia se llevaban los registros contables y administrativos.  El libro de papel abarató sustancialmente el registro de información escrita, y redujo considerablemente el espacio físico ocupado por la información acumulada.

Ley de Moore

Pues lo mismo ha ocurrido con la computación.  Ahora que la información se guarda en forma electrónica, y con el extraordinario y continuo mejoramiento de la capacidad de las computadoras y los medios de almacenamiento para contener información, es posible hoy guardar colecciones de bibliotecas enteras en medios de almacenamiento que ocupan literalmente centímetros cúbicos, en lugar de cientos o miles de metros cúbicos de espacio.

En el campo de la Tecnología Informática, hay un patrón observado desde hace décadas, conocido como la Ley de Moore, que consiste en que aproximadamente cada dos años (o un poco menos, hasta ahora) se duplica la capacidad de procesamiento y de almacenamiento de información, de los circuitos electrónicos de que están compuestos los cerebros de las máquinas de computación.  Esto ha llevado a un aumento exponencial en la capacidad de las computadoras de todo tipo, en su velocidad de procesamiento, capacidad de almacenamiento, capacidad de memoria, y otros aspectos.  Es por este fenómeno que cualquier smartphone del año 2012 tiene una capacidad mayor a la que una PC tenía a fines de la década de 1990.

Continuo abaratamiento

El fenómeno descrito por la Ley de Moore no sólo se observa en la capacidad tecnológica, sino también en los costos.  Las computadoras no sólo han ido haciéndose exponencialmente más capaces, sino también mucho más económicas.  Es por ello que a inicios de la década de 1980 un teléfono celular costaba varios miles de dólares (unos $4 mil en dólares de 1983, o el equivalente a aproximadamente $9 mil en 2012), en tanto que hoy día el celular más sencillo le cuesta unos pocos dólares, y este celular moderno a pesar de lo sencillo, es mucho más capaz, sofisticado, liviano, pequeño y con mayor duración de batería, que el celular de hace treinta años.  

El libro electrónico (e-book)


El continuo aumento de capacidad de computación, memoria y almacenamiento, así como el continuo abaratamiento de las computadoras, explicado por la Ley de Moore, han hecho posible los smartphones, las tabletas y otros aparatos multifuncionales móviles que, entre otras cosas, permiten al usuario leer periódicos en línea sin tener que estar sentados frente a su escritorio.  Esto no pinta bien para los periódicos de papel.  En lo personal, tengo varios años que no compro periódico de papel regularmente, sino que los leo en sus versiones de Internet.

Y más recientemente, el mismo fenómeno está ocurriendo con los libros de papel.  Mi biblioteca de libros de papel no ha crecido mucho desde hace unos dos años hacia acá, en cambio mi biblioteca de libros digitales está aumentando bastante.  Y mi caso no es aislado, sino que refleja una tendencia muy marcada en Estados Unidos y el resto del mundo (aunque en Estados Unidos la tendencia es más acelerada).  Por ejemplo, a fines de 2009 en Estados Unidos las ventas de e-books fueron de 3% de todos los libros vendidos.  Un año después, el porcentaje era 9%.

Todas las grandes casas editoriales en Estados Unidos reportan que sus ventas de libros de papel se están reduciendo, en tanto que aumentan las de libros electrónicos.  La tendencia es irreversible.

Las ventajas del e-book

Son muchas.  Pero podemos mencionar algunas.  Por ejemplo, en mi iPad tengo literalmente más de medio centenar de libros, y aún no me ocupan ni el 1% de la capacidad de almacenamiento de dicho aparato.  Podría tener miles de libros en un aparato que es más liviano que el típico libro.  Esto me representa un enorme ahorro de espacio físico en mi estudio.

Además, en el iPad puedo consultar la definición de una palabra que leo, con sólo presionar dicha palabra con mi dedo; puedo hacer anotaciones y resaltamientos de texto, sin tener que dañar permanentemente el libro (luego puedo borrar o editar dichas anotaciones); puedo hacer búsquedas digitales dentro del texto; puedo comprar libros sin salir de casa (por Internet) y recibirlo en mi dispositivo en cosa de segundos (literalmente).  Todo lo anterior sin mencionar que para la producción de mis libros electrónicos no fue necesario derribar ningún árbol.  

La inútil resistencia al cambio

Ya sé, porque lo he escuchado, que mucha gente ya está acostumbrada a leer libros de papel y encuentran que leer un libro electrónico no es igual de rico.  La resistencia al cambio es un fenómeno observado siempre que hay revoluciones tecnológicas.  También recuerdo que había personas que decían que las computadoras eran muy complicadas, caras, sujetas a fallas de software, y que jamás reemplazarían a la siempre fiable máquina de escribir, que además no necesitaba electricidad para operar, ni era susceptible a los virus informáticos.  Sin embargo, ¿cuántas máquinas de escribir ve usted hoy día en cualquier empresa o centro educativo?

Las revoluciones tecnológicas tardan algún tiempo en ser adoptadas universalmente, y no será diferente con el libro electrónico.  Mi pequeña hija de un año de edad, no tendrá ese problema de los adultos, en aceptar el cambio.  Cuando a ella le llegue el momento de aprender a leer, el uso de un aparato digital para leer libros le resultará el acto más natural del mundo.  De hecho, lo que le parecerá raro será leer libros de papel.  Y estoy seguro que me preguntará algún día: “papá, ¿de verdad en tu juventud cuando fuiste a la escuela tenías que cargar con tantos libros pesados de esa tecnología anticuada, el papel?”.