Cien años sin Banca Central

(Publicado en Revista Agenda, noviembre de 2004)

Para los panameños, la moneda no es hoy día un tema de discusión. Uno casi pudiera pensar que jamás lo fue. Acostumbrados a usar el dólar como moneda, no hemos tenido que preocuparnos por devaluaciones ni situaciones hiperinflacionarias.

Pero esto no siempre fue así. En el Siglo XIX, cuando Panamá era parte de Colombia, hubo varios episodios inflacionarios que acabaron con fortunas y ahorros de muchas personas. Esto se daba cuando el gobierno, con el fin de financiar gasto militar (durante las varias guerras civiles que han asolado Colombia), aumentaba la impresión de pesos sin respaldo real en oro. El episodio más agudo de esto se dio durante la Guerra de los Mil Días (1900-1902).

La Constitución de 1904

Los fundadores de la joven república istmeña tenían muy fresco el recuerdo de esos desastres financieros, y se propusieron evitar que esto se repitiese. Sabían muy bien que los gobiernos siempre están tentados a abusar de su poder, y esto incluye el gastar más de lo que se tiene, por medio del endeudamiento y la impresión de papel moneda sin respaldo.

Por ello, establecieron en la Constitución de 1904 (artículo 117), que “No podrá haber en la República papel moneda de curso forzoso. En consecuencia, cualquier individuo puede rechazar todo billete u otra cédula que no le inspire confianza, ya sea de origen oficial o particular.”

Esto significaba, ni más ni menos, que el Estado no podría emitir papel moneda sin respaldo, y pretender hacer que dicho papel moneda fuese de curso legal. La conjunción de los elementos “papel moneda sin respaldo” y “curso legal”, es lo que se entendía entonces como “curso forzoso”.

La razón de esto es sencilla: el oro y la plata, los clásicos metales monetarios desde hace miles de años, tienen utilidad real para las personas (de allí que la gente casi universalmente esté dispuesta a dar bienes y servicios a cambio de ellos). El papel moneda, en cambio, sólo tiene utilidad porque es representativo de (a esto se llama convertibilidad) una cierta cantidad de oro o plata.

La mencionada prohibición constitucional, en efecto, ha hecho que mientras todos los demás países de América Latina han experimentado en algún momento (o hasta en repetidas ocasiones) la desgracia de la hiperinflación y el colapso de su moneda, y por tanto de su sistema financiero, en Panamá esto nunca nos ha ocurrido. En materia monetaria hemos tenido un mercado bastante libre.

El dólar y sus giros

El dólar circulaba ampliamente en Panamá desde mediados del Siglo XIX, cuando con el descubrimiento de las minas de oro de California, el Istmo se convirtió en el paso común de dicho oro hacia la costa Este de los Estados Unidos. Con la construcción y luego la operación del ferrocarril transístmico, el dólar siguió circulando ampliamente en el Istmo. Posteriormente, los fundadores de la República respetaron las fuerzas del libre mercado y, en gran parte gracias a la prohibición de disponer un curso forzoso, el dólar siguió siendo la moneda de uso general.

Pero en ese momento el dólar era una moneda de oro (y antes lo había sido de plata). Un billete de un dólar daba derecho a su tenedor a exigir al emisor la entrega de una cierta cantidad de oro, representada en el billete. El emisor estaba entonces obligado a entregar la cantidad de oro en cuestión al tenedor del billete. En otras palabras, el billete no era otra cosa que un certificado de depósito de una cierta cantidad de oro. Era esto precisamente lo que daba credibilidad a la moneda.

Sin embargo, en 1913 se inició un proceso que eventualmente llevaría a un cambio esencial en el dólar. Ese año se creó el Banco de la Reserva Federal, el banco central del gobierno federal de los Estados Unidos. Los fundadores de la República de los Estados Unidos se habían opuesto desde sus inicios a la creación de un banco estatal federal, y aunque hubo varios intentos previos, no fue sino hasta 1913 que el gobierno logró establecer de modo permanente dicho banco central, con la facultad de regular fuertemente a los bancos privados.

Con ello, estaba dado el camino para que tarde o temprano el gobierno cayera en la tentación de inflar el crédito y la moneda con motivos políticos. Esto se concretó más temprano que tarde, cuando en los años 20 el gobierno del Presidente Hoover inició un proceso inflacionario que creó un “boom” económico durante esa década. Pero como todo “boom” estimulado artificialmente por dinero fácil (inflación del crédito), la Gran Depresión de 1929 fue el resultado de ese período inflacionario. En 1933, el gobierno de F. Roosevelt devaluó el dólar en un 75%, y cesó la convertibilidad. De allí en adelante, en teoría el dólar seguiría siendo convertible en oro, pero sólo los bancos centrales extranjeros podrían presentar sus dólares para ser convertidos.

Para el resto de los mortales, el dólar no sólo dejó de ser una moneda de oro, sino que se prohibió a los particulares el amasar el dicho metal en monedas y en lingotes. Como es natural, si cuando el dólar era una moneda de oro, el gobierno no pudo contenerse en la inflación crediticia y monetaria, menos aún lo haría cuando el dólar era ya una moneda de curso forzoso.

En 1971 el gobierno norteamericano volvió a incumplir sus obligaciones, esta vez abandonando definitivamente lo que desde 1933 no era más que una pantomima de convertibilidad. Desde 1971 el dólar es declaradamente entonces, una moneda de curso forzoso.

¿Curso forzoso en Panamá?

La Constitución vigente de Panamá ha mantenido en principio la prohibición de decretar curso forzoso de una moneda. Pero en la práctica, el dólar es desde el 15 de agosto de 1971 una moneda sin respaldo alguno, y en Panamá es la moneda de curso legal, pues el Código Fiscal establece que las personas están obligadas a aceptar el dólar como pago de obligaciones. Esta disposición legal ha sido refrendada por la Corte Suprema de Justicia, e incluso ésta ha determinado que en un contrato particular en que la obligación esté determinada en otra moneda (v.g. Euro), el obligado puede descargar su obligación pagando en dólares a la tasa de cambio corriente.

Resultado de lo anterior es que el dólar es, para todos los efectos prácticos, la moneda de curso forzoso en Panamá.

Libre mercado

Haciendo honor a la tradición comercial de Panamá, ya algunos bancos de la plaza han comenzado a aceptar cuentas en euros, y se ve ya en la ciudad algunos restaurantes y otros establecimientos, con etiquetas en la puerta anunciando que se aceptan euros. Por ahora es sólo un asunto de ofrecerle mayor flexibilidad a los europeos, principalmente turistas, que visitan el país. Pero ante la evidente inflación del dólar, es posible que cada vez más las personas prefieran mantener algunos saldos en euros que en dólares.

Pero el próximo paso es aceptar metales preciosos como moneda. En internet ya son aceptadas algunas monedas de oro. Hay unidades como e-gold (www.e-gold.com), que consiste en una moneda 100% respaldada por oro físico en una bóveda en Londres, y garantizado por un Fideicomiso constituido según la ley británica. Esta moneda, así como otras basadas en la misma idea, están siendo aceptadas como moneda en transacciones por internet, cada vez por más comerciantes. También hay los equivalentes en otros metales preciosos como e-silver y e-platinum, aunque el e-gold es la más utilizada.

Podríamos estar ante el resurgimiento de los metales preciosos como instrumentos monetarios de comercio internacional. Lo importante para que Panamá, es que se mantenga abierto a su tradición de libre mercado financiero, de modo que sea el mercado el que determine cuáles monedas serán aceptadas. La experiencia ha demostrado que es lo único que funciona a largo plazo.