Sobre la famosa brecha entre ricos y pobres

(Artículo publicado en Revista Agenda, julio de 2007)

Por donde vaya uno, escucha el dictum de que cada vez los ricos son más ricos, y los pobres son más pobres. Que la brecha se amplía más y más, que el capitalismo hace ricos a unos a costa de empobrecer a otros, que el desarrollo económico “no llega” a los más pobres, y afirmaciones similares. Esto se escucha en medios de comunicación y en conversaciones de café. Sólo hay un problema con dicho paradigma: es falso.

Haga memoria

Basta con hacer memoria y un poco de análisis para darse cuenta que, contrario a dicho paradigma, cada vez estamos todos mejor, gracias al sistema de libre mercado de origen occidental, ese que desde la izquierda llaman “capitalismo” en tono derogatorio. Hace veinticinco años, por ejemplo, la televisión pagada era un lujo; hoy día es algo que prácticamente todo hogar de clase media disfruta. Los vehículos con aire acondicionado, ¿recuerda usted cuando esto era un privilegio de los adinerados? O aditamentos de seguridad en los vehículos, como bolsas de aire o los frenos ABS, que también fueron algo de lujo que sólo unos pocos privilegiados podían pagar, y hoy día son la norma en los vehículos automotores.

Más cerca en el tiempo, hace aproximadamente una década, cuando llegó la telefonía celular a Panamá, ésta era el privilegio de gente adinerada. Tal era la cosa que el tener un teléfono celular otorgaba automáticamente un status social distinguido. Hoy día, en cambio, tener un celular no da ningún status, y ha dejado hace rato de ser un lujo para convertirse en una necesidad.

El acceso a atención médica, la mejoría en las telecomunicaciones, el abaratamiento de la aviación civil. Hace unas cuantas generaciones, el lavado de ropa en casa se hacía a mano, no había lavadora; el proceso de cocinar implicaba leña y bastante humo, cuando no había estufas a gas; no había refrigeración artificial y los alimentos se estropeaban bastante rápido.

El pobre de hoy y el rico de hace unas pocas generaciones

El hombre más rico del mundo de hace doscientos años, tenía una calidad de vida que hoy día no podría sino ser calificada como la de un pobre. Para comenzar, no había calefacción central, cosa importante en países de clima frío, ni acondicionadores de aire, cosa esencial en nuestro clima tropical. El hombre más rico del mundo hace 200 años, tenía acceso a los mejores médicos, pero esos médicos de primera de hace 200 años tenían conocimientos y empleaban técnicas y herramientas que hoy día harían que se les considerase como poco más que aprendices de curanderos.

Situándonos aquí en Panamá, ese hombre más rico del mundo de hace dos centurias, si quería viajar al interior del país, tenía que ir en carreta por tierra, o en barco de vela por mar. Por ejemplo, ir de la ciudad de Panamá a Las Tablas, tomaba un día entero por mar, y unos tres días enteros por tierra, asumiendo que estuviese en época seca, porque en estación lluviosa probablemente le tomase más tiempo. Por ello, la mayoría de la gente jamás viajaba más allá del alcance práctico de sus piernas o de su caballo. En cambio, hoy día uno hace los mismos recorridos en vehículos a motor, con una comodidad mil veces mayor, en una fracción del tiempo que hace 200 años, y a un costo irrisorio.

Entonces, ¿por qué dicen que la riqueza no llega al pueblo?

Las estadísticas de riqueza son llevadas en términos de ingreso en dólares. Es decir, se mide la riqueza o pobreza de la gente en función de cuánto perciben como ingreso al año. Entonces, al ver que hay algunas personas que generan millones de dólares, en tanto otras generan algunos pocos miles, se hace una comparación meramente aritmética y se llega a la conclusión de que la brecha es enorme.

Pero considere usted lo siguiente. Imagínese que durante el año 2006, Jorge generó 1 millón de dólares, en tanto Pedro generó sólo 10 mil dólares. La brecha es entonces de 990 mil dólares. Si al año siguiente, Jorge logra generar 2 millones, y Pedro generó 20 mil, la brecha ahora es de 1.98 millones de dólares. Dirán entonces que ha aumentado la brecha. Pero ciertamente tanto Jorge como Pedro son ahora más ricos, porque ambos duplicaron su ingreso en el mismo período. Sí, la brecha aumentó, pero ¿es eso realmente lo que importa?

Ahora imagínese que en el 2007 Jorge, en vez de aumentar su ingreso de 1 millón a 2 millones, ve reducido su ingreso a la mitad, 500 mil dólares. Y Pedro también ve reducido su ingreso a la mitad, ahora 5 mil dólares. Ambos son más pobres que antes, y sin embargo, ¡la brecha se ha reducido! ¿Cree usted acaso que Pedro estará mejor ahora por esa reducción de la brecha? Ciertamente, si yo fuera Pedro, preferiría sin pensarlo estar en el ejemplo 1, en que la brecha aumentó gracias a que ambos duplican su ingreso.

Midiendo calidad, no cantidades.

Pero aparte de lo anterior, está el hecho de que el enfoque de medir ingresos relativos es en sí una distracción. Lo que debemos hacer si queremos determinar si con el transcurso del tiempo la gente se enriquece o se empobrece, no es comparar meras cifras, sino observar y comparar la calidad de vida y cómo evoluciona ésta con el tiempo. Como veíamos arriba, la calidad de vida hoy de una persona de clase humilde, que vive en la ciudad, es marcadamente superior a la del hombre más rico del mundo de hace dos centurias.

Y en cuanto a la brecha. Sí, el rico hoy conduce Mercedes Benz, con asientos de cuero y toda una serie de lujos. El ciudadano común en cambio conduce un auto económico, pero ese auto lo lleva a su destino igual que el Mercedes Benz. Caramba, hoy día hasta los autos económicos vienen con aire acondicionado de fábrica.

Agradézcalo al libre mercado occidental

El propio Marx reconocía que la acumulación de capital del sistema capitalista es lo que permite la inversión, que a su vez genera avances continuos en tecnología y métodos de producción que a su vez permiten producir cada vez más y mejores cosas que son cada vez más baratas. Alguien dirá que todo esto es resultado de la tecnología, y no de un sistema económico determinado. Pero la tecnología no se desarrolla en el vacío, sino que requiere un ambiente de libertad individual, propiedad privada y Estado de Derecho, para que se produzca el continuo desarrollo económico que nos beneficia a todos.

Si lo duda usted, pregúntese cuántos de todos los avances tecnológicos que da por sentado, como el celular u otros aquí mencionados, fueron desarrollados del otro lado de la Cortina de Hierro. ¡Ninguno!