Las desventuras de la FED

(Artículo publicado en Revista Agenda, junio de 2008)

Con la crisis en el sector financiero, la Reserva Federal norteamericana (FED) ha procedido a continuar inundando el mercado con dinero recién creado a partir de la nada. Con la más reciente de estas medidas, la FED ha actuado, entre otros objetivos, para contribuir a que se concretara la adquisición del moribundo banco Bear Sterns por parte de la firma JP Morgan.

Es ésta una de las funciones reconocidas a la banca central, al menos la norteamericana, de actuar como “prestamista de último recurso”. Pero es una función que, lejos de ser positiva para la economía, crea toda una serie de nefastas distorsiones que terminan empeorando las cosas.

Daño moral

El libre mercado requiere que las empresas que no son rentables, fracasen. Los recursos ocupados por esa empresa destructora neta de riqueza, quedan con su quiebra liberados para que otras empresas los utilicen en generación neta de riqueza. Además, es la permanente amenaza de quiebra una de las motivaciones importantes para que el empresario se esfuerce por buscar siempre la creación de neta de riqueza.

En el caso particular de una empresa dedicada a prestar dinero, como lo son los bancos, la empresa tiene por un lado el incentivo a prestar la mayor cantidad de dinero para aumentar sus ganancias, pero por otro lado están los riesgos inherentes a cada crédito, que pueden convertir cada préstamo en pérdidas. Es la particular capacidad del banquero para lograr un equilibrio entre dichas fuerzas, lo que hace la diferencia entre que el banco sea exitoso y genere utilidades, o se vaya a la quiebra.

Tradicionalmente, el banquero debe ser conservador. Usted, como ahorrista, quiere que su banquero sea conservador a la hora de prestar dinero, porque de lo contrario sus ahorros con ese banco están en peligro.

¿Qué pasa entonces con lo que está haciendo la FED, al tratar de salvar a ciertos bancos de la quiebra? Ocurre que se envía una señal de que, si prestas dinero irresponsablemente, el Estado te salvará mediante la inflación de la moneda, para que no tengas que irte a la quiebra. El resultado es que hay un gran desincentivo a ser conservador y sensato en el manejo de carteras de crédito por los bancos, y un gran incentivo a ser más arriesgado de lo que la realidad del mercado permite.

Inflación

Aunado a lo antes dicho, la pretendida salvación de los bancos en riesgo de quebrar por su mala cartera crediticia, viene en la forma de inyecciones masivas de dinero al mercado. Como este dinero recién creado no tiene respaldo real alguno en la riqueza existente, pues estamos en la era de las monedas de curso forzoso, sin respaldo metálico, dicha inyección monetaria crea, a su vez, otra serie de distorsiones en el sistema económico.

La inflación es mucho más compleja que meramente un aumento generalizado de precios. Los precios no suben todos en la misma proporción y al mismo tiempo. Por ilustrarlo de modo simplificado, algunas cosas suben por ascensor, en tanto otras suben por la escalera. Es por eso que se crean auges en ciertos sectores muy específicos de la economía cuando el banco central inyecta dinero. En los noventas fue el sector tecnológico, a inicios de la presente década fue el sector inmobiliario, y en esta ocasión será otro sector.

Pero eventualmente la presión del dinero creado artificialmente llega hasta los precios al consumidor. Usted lo está viendo desde hace varios años en la estación de gasolina, y en el supermercado. Más recientemente se está viendo en los precios de materiales de construcción, electrodomésticos, y básicamente todo aquello que usted necesita en su vida cotidiana.

La creciente inflación de precios que estamos observando en los precios al consumidor en todo el mundo, se debe a las inyecciones de dinero por la FED durante los primeros años de esta década. Las más recientes inyecciones de dinero (las que vienen dándose desde el pasado agosto), se verán reflejados eventualmente también en la economía, y puede usted apostar, que se traducirán en aún mayores precios de todo lo que usted consume.

Panamá no tiene banca central

Afortunadamente, Panamá no tiene banco central. Es una de las cosas más geniales que decidieron los próceres de nuestra República. Ni tenemos un prestamista de último recurso, aunque existen algunas personas que han sugerido que se establezca un seguro obligatorio de depósitos en Panamá (cosa que aunque no sería exactamente un prestamista de último recurso, lograría el mismo efecto nefasto de socavar el conservadurismo de los banqueros, y los movería hacia cada vez más riesgosos créditos, lo que aumentaría el riesgo sistémico del centro bancario).

No obstante, lamentablemente estamos expuestos a la política monetaria de los Estados Unidos, habida cuenta de que usamos su moneda, la cual desde 1971 (cuando Nixon eliminó definitivamente la convertibilidad del dólar en oro) es para todos los efectos una moneda de curso forzoso, sin respaldo real alguno.

¿Cuál es la solución?

El problema sólo terminará cuando el mundo retorne a lo que ha servido de moneda durante miles de años, es decir, el oro y la plata, y abandone el sistema de banca central por el cual se pretende crear riqueza a partir de la nada.