Ánimo de lucro

(Artículo publicado en Revista Agenda, Panamá, ed. abril de 2011)

Ocasionalmente se escucha en alguna conversación, formal o informal, en televisión, radio u otros medios, opiniones vertidas de manera que sugieren que el afán de lucro es una actitud inherentemente antisocial, y que todo lo realmente bueno que ocurre en sociedad, es producto de actos desinteresados. Pero dicha percepción muestra un panorama que no es real.

Bill Gates, Steve Jobs y la Madre Teresa de Calcuta

Los mencionados personajes, han contribuido todos, de alguna manera u otra, al mejoramiento de la condición humana. La Madre Teresa de Calcuta obró sin ánimo de lucro, y efectivamente ayudó a miles de personas extremadamente necesitadas. Su trabajo fue siempre desprendido, y su permanente disposición a servir a los más necesitados, es un don que resulta muy valioso en la sociedad. Personas como la Madre Teresa, definitivamente hacen de éste un mundo mejor, y en el plano espiritual, personas como ella hacen aportes invaluables a las personas con las que interactúan, y a la Humanidad en general.

Pero sostengo que en el plano material de la condición humana, tanto Bill Gates como Steve Jobs, sin ser tan desprendidos, han contribuido muchísimo al mejoramiento de dicha condición humana material. Ojo, un ser humano rico en el aspecto material, que desatienda su plano espiritual, será realmente miserable. Eso está fuera de toda discusión. Pero lo que quiero ilustrar aquí es que las innumerables maneras en que nuestras vidas han sido mejoradas en las últimas décadas con el desarrollo exponencial de la Tecnología Informática, se ha debido precisamente al afán de lucro.

No se trata de si tiene o no tiene usted una computadora en casa, o si utiliza Internet con regularidad. Aún si usted de las personas poco afines a la computación y al Internet, su vida ha sido mejorada de modo increíble, por el desarrollo de la Informática. Los procesos de producción de virtualmente todo lo que pueda usted imaginarse, se han visto potenciados en poco más de una generación; la logística del transporte de las mercancías y materias primas que eventualmente consumimos (incluidos los alimentos), han resultado en un continuo abaratamiento (en términos reales, descontando inflación) y mejoramiento de nuestra calidad de vida.

Y Steve Jobs, Bill Gates, y otros visionarios empresarios responsables de tales avances, hicieron lo que hicieron, no porque quisiesen ayudar a la humanidad, sino simplemente porque querían ganar dinero, mucho dinero. Irónicamente, Bill Gates hizo más por la humanidad cuando era un capitalista empedernido, que ahora que ha decidido donar su fortuna (luego de su muerte) a causas sin fines de lucro. El afán de lucro que ha movido a gente como Gates, Jobs, y otros muchos empresarios del campo de la Informática, es lo que los mueve a inventar e innovar continuamente, para satisfacer mejor a los consumidores y a sus clientes en general. Es porque quieren hacer dinero, que se ven motivados a crear para llenar necesidades existentes en el mundo. Como decía Adam Smith, “no es a la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero, que debemos nuestra cena, sino a la prosecución por cada uno de ellos, de su propio interés.”

Conclusión

El ánimo de lucro es, dentro de un sistema de propiedad privada, el incentivo que tenemos para rascar la espalda del prójimo y del lejano, pues es así como se hacen las fortunas legítimas en el sistema de mercado libre. Y reitero, el plano material no es el único que importa para la realización del ser humano, estemos claros en eso. Quien sólo posea ánimo de lucro y esté desprovisto de un cánon moral fuerte de respeto a la vida y derechos de los demás, no será un Bill Gates o Steve Jobs, sino un mercenario que hará mucho daño a otros con tal de hacerse con un puñado de dólares. No es, entonces, la avaricia lo que estoy defendiendo, sino el legítimo afán de mejorar la propia vida material, lo que en este maravilloso sistema de libre mercado, pasa por primero rascar la espalda ajena. Lo que hace del ánimo de lucro, una de las maneras en que Dios ha dotado al Hombre de la capacidad de elevarse sobre las bestias.