El mito malthusiano


(Artículo publicado en Revista Agenda, octubre de 2011)

La idea que el planeta tiene ‘demasiada’ gente, y que dicha sobrepoblación constituye generador de pobreza, es la base de lo que se conoce como la Catástrofe Malthusiana (por Thomas Robert Malthus).  Es una idea tan falaz como extendida.

La esencia del argumento malthusiano es el siguiente: la población aumenta de manera geométrica, en tanto la producción de alimentos aumenta de manera aritmética.  Esta presión por producir más alimentos llevaría a la explotación de tierras adicionales, pero había que asumir que las mejores tierras ya estaban siendo explotadas y que las nuevas serían siempre marginalmente menos productivas.

Malthus publica su teoría en 1798.  Más de doscientos años después, la población mundial que entonces era de aproximadamente 980 millones de personas, hoy día se estima en 6,950 millones.  Sin embargo, es evidente que la calidad de vida que disfrutamos hoy día es incalculablemente mejor que la de entonces.  Aún las poblaciones más rezagadas del mundo hoy, ciertamente no viven peor que hace doscientos años.

¿Por qué fracasó la predicción malthusiana?

Premisa equivocada #1: productividad constante

La principal premisa implícita de la Catástrofe Malthusiana es que la tecnología de producción de alimentos se mantiene constante.  Es hasta cierto punto comprensible que Malthus asumiera esto, pues hasta unos cien años antes de su época, los medios y técnicas de producción agrícola eran esencialmente los mismos que en la Edad Media, época que a su vez era no mucho más avanzada y productiva que la romana (la rotación de cultivos fue uno de los pocos avances en técnicas de cultivo, surgidas en la Edad Media).

Pero las cosas comenzaron a cambiar en el Siglo XVIII, con inventos como el arado Rotherdam.  El avance tecnológico se aceleró en el Siglo XIX con inventos como la trilla mecánica (que permitió separar de manera mecánica, el grano de la paja, en la cosecha de cereales como el trigo).  Y en el pasado Siglo XX la tecnología agrícola continuó acelerando sus avances aún más.  Entre otras cosas, el continuo mejoramiento de los fertilizantes químicos; el uso de plaguicidas; la continua mecanización de las tareas agrícolas con maquinaria cada vez más productiva, y el creciente mejoramiento genético de las semillas.

Basta ver ciertas tendencias demográficas durante el Siglo XX para confirmar esto.  En 1900 en los Estados Unidos, el 41% de la fuerza laboral estaba en el sector agrícola.  Para el año 2000, menos del 2% de la fuerza laboral estaba en dicho sector.   Sin embargo, la productividad por hectárea sólo ha aumentado, en todos los tipos de cultivos.

Premisa equivocada #2: tendencias demográficas constantes

La otra premisa equivocada, es que la población continuaría creciendo de manera geométrica en todas partes.  Sin embargo, con la urbanización de la población, ésta se vuelve menos prolífica en reproducirse.  Es un fenómeno universal que cuando las familias se mueven del campo a la ciudad, su tasa de natalidad se reduce notablemente.  En los Estados Unidos la tasa de natalidad es hoy día básicamente la tasa de mantenimiento natural (2.1 hijos por mujer).  En varios países de Europa y en Japón, de hecho, la tendencia es hacia una reducción de la población.  Esto, porque como dice el médico, académico y estadístico sueco Hans Rosling, en el campo los hijos son un activo, pero en la ciudad son un pasivo.

Así, a medida que la población mundial continúa mudándose a las ciudades, el crecimiento poblacional irá reduciéndose, y es previsible que llegue un momento futuro en que la población mundial se estabilice.

Conclusión

Las poblaciones humanas que siguen viviendo en extrema miseria en el mundo, principalmente en África, y algunos países asiáticos como Bangladesh y gran parte de la India, sufren de dicha condición, no por sobrepoblación, sino por seguir estancados en sistemas económicos con métodos productivos primitivos.  La adopción de un modelo de economía libre, con respeto a la propiedad privada, generaría rendimientos rápidamente crecientes y fenómenos demográficos similares a los experimentados en el mundo desarrollado y en países emergentes como el nuestro.  Su miseria, por tanto, se debe a factores que nada tienen que ver con sobrepoblación.  En todo caso, la llamada sobrepoblación es consecuencia, y no causa, de su lamentable atraso económico y tecnológico.