La gran muralla americana y la lección latinoamericana

(Publicado en Revista Agenda, noviembre de 2006)

Desde que se ha anunciado por el gobierno de los Estados Unidos la construcción de un muro a lo largo de la frontera con México, para impedir la inmigración ilícita, el gobierno mexicano lo ha cuestionado como una violación a los derechos humanos. Hace poco se anunciaba que México llevaría este asunto al Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Cada año miles de personas intentan cruzar la muy vigilada frontera mexicana con EUA, y aunque muchos fracasan en el intento, hay otros muchos que sí logran su cometido.

¿Por qué se toman la molestia los que emigran a EUA?

La mayoría de los que intentan cruzar la frontera de forma ilícita son personas que vienen del sur mexicano, donde la pobreza es rampante. Huyen de la pobreza y buscan en Estados Unidos la promesa de que al menos tendrán la oportunidad de prosperar por sus propios medios. Y aunque algunos han querido comparar la propuesta valla con el muro de Berlín, ignoran que hay una diferencia fundamental. El de Berlín fue uno construido por el colectivismo para esclavizar a su propia gente e impedirles la salida del infiero colectivista, en tanto que el propuesto en EUA sería construido para controlar de manera más eficaz el enorme flujo de personas que año tras año buscan la promesa de oportunidades que constituye el sistema norteamericano.

Los Estados Unidos de América han sido siempre el destino por excelencia de los que buscan nuevas oportunidades. Las Trece Colonias surgieron de ese modo, y luego de la independencia de la Corona Británica se expandieron hacia el Oeste con el mismo espíritu.

Gentes de todas partes, aunque principalmente de Europa, migraron a los Estados Unidos buscando la oportunidad que en sus países no encontraban. El éxito de los Estados Unidos se debió desde un inicio a su sistema de respeto a la libertad individual, la propiedad privada, y el derecho a buscar la propia felicidad, un sistema que no garantizaba resultados a nadie, y precisamente por eso la gente prosperaba. Un sistema que hacía valer el bíblico “comerás con el sudor de tu frente.”

¿Por qué el muro?

Principalmente porque ha ido ganando adeptos en Estados Unidos la mentalidad de “nos vienen a quitar nuestros puestos de trabajo”, que tan conocida es acá en América Latina. Por increíble que parezca, hay un importante sector del pensamiento económico y político norteamericano que no entiende que la fuerza de los Estados Unidos se debe en gran parte a la inmigración, y que el reino de la libertad individual, propiedad privada y libre empresa atrae gente productiva, y es precisamente por esa gente productiva, en un ambiente donde se les respeta su libertad para crear, que un país prospera.

Por último, está el temor de parte de muchos norteamericanos de que los inmigrantes no se asimilen a su sistema. Es un temor que se acrecienta después del 11 de septiembre de 2001. El norteamericano ve su reflejo en el caso europeo, donde los inmigrantes (principalmente musulmanes) no se asimilan a la cultura del país que los acoge, sino que eventualmente pretenden imponer la propia.

La preocupación de los norteamericanos por este tema es creciente. Los inmigrantes de otros tiempos, que entraban a Estados Unidos por la Isla Ellis, podían llegar sin hablar una pizca de inglés, pero apenas entraban comenzaban a aprender el idioma y se asimilaban. Y querían asimilarse. Irlandeses, italianos, polacos, alemanes, aunque mantenían alguna nostalgia por su tierra, se consideraban americanos una vez se habían instalado. El personaje de Bonasera en la novela El Padrino así lo refleja (“Yo creo en América. En América hice mi fortuna. Y he criado a mi hija al estilo americano.”)

No obstante, hoy día se ve que incluso hay escuelas en Estados Unidos donde el juramento a la bandera no es a la bandera de las bandas y las estrellas, sino a la bandera mexicana. Muchos lugares donde la gente ni siquiera aprende el inglés. Y ojo, que no es un tema racial, sino cultural.

Disonancia cognitiva

Pero lo más curioso de todo esto es escuchar al gobierno mexicano condenar la iniciativa del muro, alegando razones de derechos humanos. México tiene en su legislación disposiciones nacionalistas muy similares a la de Panamá, en sentido de restringir severamente las posibilidades de trabajo de los extranjeros. Es decir, en México la preocupación de “nos vienen a quitar nuestros puestos de trabajo” es vieja. Pareciera entonces que para el gobierno mexicano es bueno el chauvinismo económico acá en latinoamérica, pero es malo allá en el Norte.

Lo más probable es que el anunciado muro fronterizo no sea mucho más que una cuestión de campaña electoral norteamericana. Pero se evidencia que en ambos lados de la frontera hay disonancias cognitivas enormes sobre cómo se produce la riqueza y por qué las personas emigran. La lección que tendríamos que aprender en América Latina es que en lugar de continuar achacando al imperio la causa de nuestros males, el norteamericano es un sistema en el que prospera la misma gente que en otras partes se moría de hambre. Mariano Rivera gana millones allá, en tanto que acá pescaba para sobrevivir. Por eso huyen de acá hacia allá, y no a la inversa.