Gasolina para apagar el fuego

(Artículo publicado en Revista Agenda, febrero de 2009)

El mundo se encuentra en una crisis económica que ha estallado en los Estados Unidos de América, pero que ha reverberado al resto del globo. Los gobiernos en todo el mundo están reaccionando ante la crisis de maneras muy similares, aunque con variantes en los detalles. La estratagema de atacar la crisis con salvatajes de grandes empresas al borde de la quiebra, con política monetaria agresivamente inflacionaria, y con estímulos de gasto público, anunciado por el gobierno norteamericano, probablemente marcará el rumbo que tomarán los demás gobiernos en sus respectivos países. Dicho enfoque está condenado no sólo a fracasar, sino a agravar aún más la crisis y prolongarla más allá de lo necesario.

¿Recesión o Depresión?

Ya nadie habla de desaceleración. El mundo se encuentra desde septiembre de 2007 en una recesión económica, que puede agravarse y convertirse en una depresión, con altos niveles de desempleo (de dos dígitos en los países desarrollados). La contracción económica ha hecho ya que grandes compañías en el mundo estén engavetando planes de ampliación de operaciones, construcción de nuevas plantas, y demás proyectos que se basaban sobre proyecciones de crecimiento continuado. La contracción crediticia agrava la situación.

Deuda excesiva

La raíz de la causa de la actual crisis está en los extraordinarios niveles de endeudamiento, tanto privado como público, que se había venido dando en las últimas tres décadas. El endeudamiento constituía la base del crecimiento económico. Llegó el momento en que los banqueros le prestaban a cualquiera. Esto ocurre históricamente en los períodos de auge económico. Al inicio, el auge es financiado con ahorro, pero más adelante la gente se vuelve algo exhuberante y cada vez más arriesgada, hasta que simplemente terminan por lanzar todo resabio de prudencia financiera por la ventana. Es un patrón ya visto que cuando la gente en el mercado piensa que la fiesta será eterna, que absolutamente nada puede salir mal, es que se está en la víspera de la caída, y eso es lo que hemos visto en esta ocasión también.

Y el descalabro, los períodos de colapso financiero corresponden a la liquidación de la mayor parte de esa deuda excesiva. Es el trago amargo que debe tomarse el mercado para deshacerse de los hábitos destructivos y retornar a los productivos. El desapalancamiento constituye una de las características de una depresión, y aunque se traduce en quiebras y más alto desempleo, es un paso necesario e inevitable para desintoxicar el sistema.

Para quitar la goma, ¿más guaro?

Siendo entonces que la deuda está en la raíz del problema, ¿cómo es que vamos a salir del atolladero aumentando la deuda pública para estimular el gasto? Los salvatajes (los famosos ‘bail outs’) aprobados el año pasado por el gobierno norteamericano a la banca insolvente, y luego a la industria automotriz de Detroit, serán financiados con gasto público. ¿De dónde saldrá ese dinero? A ver, no crea usted que el gobierno americano tenía ese dinero guardado en una cajita esperando a que ocurriera algún imprevisto. El gobierno americano está endeudado hasta las narices y gasta desde hace décadas mucho más de lo que recauda. Entonces ese dinero de los salvatajes provendrá de más deuda emitida a tal efecto.

¿Hasta dónde puede endeudarse el gobierno federal?

Lo anterior apunta a que la sociedad nortemericana está excesivamente endeudada. Muchos analistas consideran que está endeudada más allá de cualquier posibilidad real de pago. Y cada vez son más los que así piensan. La pregunta es: ¿qué pasaría si un buen día el gobierno chino o el japonés, los principales compradores de deuda soberana norteamericana, decidieran concluir que los Estados Unidos son simplemente insolventes y que por tanto no financiarán más su deuda? Si ese día llegase a ocurrir, ello provocaría el desencadenamiento de lo que sería el Tsunami financiero más grande y devastador de toda la historia de la humanidad.

Las quiebras apenas comienzan y este año veremos más. Los salvatajes ya suman más del trillón de dólares y con los salvatajes que vendrán, el monto llegará a varios trillones, pues el gobierno hará más salvatajes. El problema es que éstos aumentan más la deuda federal. Y aunado a esto, el plan de estímulo fiscal anunciado por el Presidente Obama se basa principalmente en un enorme programa de gasto público para compensar la reducción del gasto privado. El Presidente Obama ya ha dicho que los déficits trillonarios se mantendrán por varios años.

Diferencias con los años Treintas

Durante la Gran Depresión, el gobierno norteamericano también se embarcó en un masivo plan de gasto público en diversos programas de construcción de infraestructura y otros. Podemos discutir sobre si dicho plan alivió o agravó la depresión. Pero el verdadero tema es que en ese momento, la sociedad americana era una sociedad netamente acreedora en el mundo, no deudora como ahora.

Entonces tenemos que la americana es hoy día una economía basada en el consumo y el crédito, no en el ahorro, verdadero motor del desarrollo. La sociedad norteamericana está profundamente endeudada, tanto las empresas como los individuos y el gobierno. El gobierno, en particular, está endeudado más allá de toda esperanza realista de repago. En estas circunstancias, y ante una economía en depresión que por tanto genera menos recaudación, el plan de estímulo del nuevo gobierno puede resultar ser el empuje final para lanzar dicha economía hacia una depresión larga y profunda que duraría gran parte de la próxima década.

Conclusión

La crisis económica apenas inicia. Mucho dependerá de lo que hagan los gobiernos. La Gran Depresión hubiera sido probablemente una recesión corta de uno o dos años, si el gobierno de Herbert Hoover, primero, y el de Franklin Roosevelt después, no se hubiera embarcado en programas empeñados en evitar el reajuste de la estructura de capital de la sociedad y el desapalancamiento general del mercado. El intento por evitar la resaca dándole más licor al ebrio agravó y prolongó la crisis. Pero la economía norteamericana salió eventualmente de ella (luego de la II Guerra Mundial). La crisis actual tiene el potencial de ser aún más devastadora, y lamentablemente los fundamentos de la economía norteamericana no son ahora tan buenos como entonces. Todo esto amenaza con juntarse para crear una verdadera tormenta económica que podría durar toda la siguiente década.

Lo indicado, por duro que suene, sería dejar que se den los reajustes en la estructura de capital. Ello implica dejar que ocurran las quiebras, y no dar salvatajes, ni mucho menos que el gobierno se embarque en programas de gasto masivo. El trago sería bien amargo, pero en relativamente poco tiempo, unos dos años, el reajuste sería logrado y la economía volvería a crecer. Los programas anticíclicos lo que hacen es prolongar la agonía y hacer la crisis aún más grave, a pesar que su objetivo manifiesto sea precisamente lo contrario. Ojalá me equivoque.