Crisis de deuda soberana
Posted by Jaime Raúl Molina in Ciencia Política, Economía, Negocios on septiembre 15, 2011
(Artículo publicado en Revista Agenda, septiembre de 2011)
En julio pasado, nuevamente la Unión Europea (UE) ha tenido que salir al rescate de Grecia, luego que en 2010 tuvieran que crear un fondo para el salvataje financiero de Grecia y otros Estados europeos. Eventualmente, sin embargo, Grecia incurrirá en una suspensión de pagos, pues a estas alturas, es evidente que no puede de modo alguno repagar su deuda. La pregunta es: ¿será el único o sólo el primero de varios en Europa?
Grecia tiene ahora una relación deuda/Producto Interno Bruto (deuda/PIB) de aproximadamente 160%. Dicha ratio se ha disparado y sigue aumentando, por una combinación de dos factores: i) ingresos fiscales drásticamente reducidos, y ii) un acelerado encarecimiento del servicio de su deuda. Al momento que escribo este artículo, a inicios de agosto, la tasa de interés que Grecia tiene que pagar por los bonos con vencimiento a dos años, que tiene que emitir para hacer frente a sus gastos, es de 26% anual. Cuando un Estado tiene que pagar esa tasa de interés para endeudarse a corto plazo, está en graves problemas.
Peligro de contagio
La economía griega constituye apenas aproximadamente el 2.5% del PIB de la UE. Pero un cese de pagos de parte del estado griego tendría consecuencias que reverberarían en todo el sistema financiero europeo (y fuera de Europa). ¿Recuerda la caída de Lehman Brothers? Fue precisamente una quiebra que reverberó en los balances de otros bancos, aseguradoras y entidades financieras, que se multiplicó rápidamente hasta que en cosa de días el mundo estuvo al borde de un colapso financiero de enormes proporciones. Y es tal la razón por la que tanto el Banco Central Europeo (BCE) como la propia Comisión Europea, están buscando a toda costa evitar el colapso de la deuda griega. Los bancos en Europa, particularmente en países como España, Irlanda, Inglaterra, están ya bastante golpeados en sus balances, debido al colapso de las burbujas inmobiliarias y las quiebras dadas en 2008 y 2009.
Grecia no está sola en Europa
Acompañan a Grecia en problemas fiscales por altos déficit, Portugal, Irlanda, Italia y España (los llamados P.I.I.G.S., por sus siglas en inglés). Los casos de España e Italia no son tan graves en números, como los de Grecia, pero los bonos de tales países están conllevando primas importantes en los mercados de deuda, indicio que los inversionistas no descartan un agravamiento de sus situaciones fiscales a corto o mediano plazo.
España e Italia son importantes porque, a diferencia de Grecia, sus economías tienen un peso considerable dentro de la Unión Europea. Demasiados bancos en toda Europa tienen en sus balances, bonos de estos países. Si España o Italia llegasen a incurrir en cese de pago de sus deudas, el efecto dominó sobre los balances de entidades financieras en toda Europa, tendría el potencial de llevar a una crisis financiera de insolvencia, como la provocada por la caída de Lehman Brothers.
Prognosis
Estos altos niveles de endeudamiento son sólo en parte el resultado de las políticas de salvataje financiero con que los gobiernos occidentales reaccionaron ante la crisis financiera de 2008. El problema venía de antes, pues en épocas de auge económico los Estados tienden a inflar su gasto de manera desproporcionada, y cuando llegan las vacas flacas, al Estado le resulta difícil ajustarse el cinturón. Ahora, con las economías estancadas y hasta en contracción en términos reales, la carga de la deuda pública y su servicio se hace más pesada. A medida que aumentan las tasas de interés en el mercado, como lo está experimentando ya Grecia, España e Italia, el costo de dar servicio a la deuda aumenta. Es una bola de nieve que amenaza a muchos países y la economía mundial. Los llamados indignados en Europa, protestan contra los programas de austeridad que, lamentablemente, son necesarios para afrontar este problema. La medicina es amarga, pero si no se toma ahora, será peor después.
(Taxi) no voy
(Artículo publicado en Revista Agenda, agosto de 2011)
La calidad del servicio de taxis en Panamá es deficiente. La explicación a gran parte del por qué de las muchas deficiencias, está en que se trata de un servicio altamente regulado. Una buena dosis de libre mercado permitiría mejorar el servicio de manera notable.
Cupos: restricción de la oferta
El servicio de taxis tiene una serie de camisas de fuerza con los que lidiar, desde los cupos hasta la tarifa (regulación de precios). El sistema de cupos es una restricción artificial de la oferta. En lugar de permitir que el mercado funcione, ajustando la oferta para satisfacer la demanda, el sistema de cupos impide dicho ajuste natural. La restricción artificial de la oferta genera escasez. Es por esto que usted no puede conseguir un taxi que lo lleve a destino, a ciertas horas que son precisamente cuando más lo necesita.
Tarifa = regulación de precios = escasez
La tarifa oficial para el servicio de taxis, en la ciudad de Panamá, es un resabio de la época en que se consideraba que el Estado debía regular los precios de los bienes y servicios que el consumidor necesita. La tarifa vigente, además, es anacrónica, pues data de la década de 1990, cuando la gasolina oscilaba entre $1.50 y $1.80 por galón. El creciente precio de la gasolina, que es el principal costo operativo para un taxi, ha ido cerrando el margen de ganancias para el taxista.
La combinación de los factores antes mencionados, genera efectos nocivos, que son la queja de los ciudadanos a diario. Principalmente el “no voy”, pero además otros como el manejo desordenado (la tarifa irrealista constituye un incentivo a que los taxistas busquen métodos para mantener algún margen de ganancia. El juega vivo y el manejo desordenado, son algunos de esos métodos.)
Tarifa inflexible
La tarifa se basa en zonas, y artificialmente trata de equiparar carreras muy disímiles. Pero evidentemente, dentro de una misma zona hay unas áreas más embotelladas que otras. En libre mercado, el taxista y el usuario podrían negociar la remuneración que aplicará a la carrera en particular. Pero al no tener el taxista la flexibilidad para negociar la tarifa, su única opción es negarse a aquellas carreras en que la tarifa no le cubre ni la gasolina, o que le representarán un costo de oportunidad.
Ejemplo: usted es taxista, y se encuentra por la Calle 50 a las 5 de la tarde un día de semana. Un transeúnte le pide que lo lleve a El Dorado. Según la tarifa, es $1.50 por dicha carrera. A esa hora la carrera le tomará no menos de media hora. En media hora, con el motor encendido, usted estará consumiendo bastante combustible. Al final, el dólar con cincuenta no le cubre la gasolina que consumirá, ni qué decir del costo de oportunidad. En cambio, si usted dice “no voy” al ciudadano, más adelante se encontrará con alguien que va a otro punto allende la misma Calle 50. Resultado: usted ahora sí toma la carrera, porque en vez de media hora, en diez minutos la habrá terminado y habrá cobrado $1.25. Veinticinco centavos menos en ingresos, pero mucho menos gasolina y tiempo consumidos. La primera carrera no era rentable, la segunda sí lo es. He allí el por qué del “no voy”. Nadie se mete a un negocio para perder dinero ni tiempo. Mientras uno insista en que el taxista haga eso, seguirá escuchando “no voy”.
La solución
El sistema de cupos debe ser reemplazado por uno de licencias, en que se establece una serie de requisitos objetivos y razonables, para garantizar un mínimo de fines (seguridad y responsabilidad en los daños a terceros), y se expide una licencia de taxi a todo el que cumpla con los requisitos, sin un número finito de cupos. La tarifa se elimina, y que cada taxi establezca su propia tarifa, ya sea por distancia recorrida o por tiempo de duración de la carrera, y se hace obligatorio que anuncie dicha tarifa de manera visible en la parte exterior de su vehículo (ejemplo: $0.35/Km.; $1.50 carrera mínima). El panameño tiene que entender que no va a recibir un servicio de Cadillac a precio de carreta.
Riesgos de inversión
(Artículo publicado en Revista Agenda, julio de 2011).
Toda inversión tiene una variedad de riesgos a los que se enfrenta, que pueden resultar en la pérdida total o parcial del capital invertido, y/o de los retornos esperados. Es crucial que todo inversionista conozca y se familiarice con los diversos tipos de inversión, para hacer una evaluación apropiada de los riesgos a los que se expone con cada inversión, y así poder administrar mejor dichos riesgos.
El espacio de este artículo no es suficiente para tratar todos los tipos de riesgo de inversión que existen, pero podemos ver de manera general, al menos algunos de los más importantes.
Riesgo de crédito
Es el riesgo que un acreedor pierda dinero, como resultado de que un deudor incumpla pagos acordados de la deuda (ya sea intereses, capital o ambos). Cualquier evento de incumplimiento se conoce en el mundo financiero se conoce más como un impago de deuda, y abarca no sólo la falta total o parcial de un pago programado, sino también situaciones en que el pago es realizado íntegro, pero en fecha tardía (la pérdida en este caso para el acreedor va por una reducción de su flujo de caja, además del costo de oportunidad).
Este riesgo es relevante respecto de títulos que representen obligaciones crediticias, como bonos, notas, valores comerciales negociables, certificados de depósito. Es un riesgo controlable mediante el uso de herramientas de evaluación financiera, como las razones financieras (ratios), que permiten hacer estimaciones cuantitativas del mayor o menor riesgo de crédito de una empresa y por tanto de sus emisiones de deuda (principalmente razones de apalancamiento, que miden qué tan endeudada está la compañía versus los activos, o versus el capital con que cuenta).
Y aparte, está la diversificación: no invertir toda la cartera (ni más allá de un determinado porcentaje prudencial) en el mismo título ni en títulos del mismo emisor.
Riesgo de liquidez
La liquidez de un activo, se refiere a la mayor o menor facilidad con que dicho activo puede ser vendido en el mercado con rapidez, y por tanto convertido en dinero efectivo, sin tener que hacerlo a un precio sustancialmente inferior a su valor de mercado. En el caso de instrumentos financieros que se negocian en mercados organizados (bolsas), y sobre las que se da regularmente un alto volumen de transacciones, es decir, hay mucha gente siempre dispuesta a comprar y mucha gente dispuesta a vender, se dice que hay liquidez. La principal ventaja de esto es que, al haber gran demanda y oferta, el spread (diferencia entre el monto de la oferta más baja de venta menos el monto de la oferta más alta de compra) se reduce y a unos pocos centavos.
El riesgo de iliquidez, en el contexto de inversiones, consiste en la posibilidad de que, al momento que el inversionista tenga que deshacerse de un activo en particular, dicho activo no tenga una demanda importante en el mercado y como consecuencia no se pueda liquidar, o que se pueda liquidar pero teniendo que hacerlo a un precio susancialmente por debajo de su valor estimado de mercado. Ejemplo: un número X de acciones de AAPL (Apple, Inc.,) tiene una gran liquidez en la bolsa de NASDAQ, ya que puede venderse en cuestión de segundos, a valor de mercado; en tanto que una residencia se considera bastante ilíquida, dado que encontrar comprador para una casa, a precio cercano a su valor de mercado estimado, es algo que normalmente puede tomar meses o hasta años.
Riesgo de mercado
Consiste en el riesgo de que el valor de mercado de una cartera se vea mermado ante una baja reducción generalizada en los precios de instrumentos financieros en los mercados respectivos. Es decir, el riesgo que una cartera pierda valor, no por circunstancias peculiares a los instrumentos contenidos en dicha cartera, sino debido a una merma del mercado en general (bear market). Tradicionalmente se considera que este riesgo no es diversificable, es decir, la mera diversificación de cartera no sirve para mitigar este riesgo, debido precisamente a que se da cuando el mercado en general está en retroceso.
Por ejemplo, una cartera compuesta de acciones de compañías, puede ver reducido su valor ante un mercado bajista (bear market) generalizado. Un mercado a la baja no necesariamente implica que todos los instrumentos que allí se negocian están a la baja, sino que en general, el promedio de los valores cotizados en dicho mercado, están a la baja. Es por esto que este riesgo no es diversificable, que no es lo mismo que decir que no sea posible manejarlo.
Una manera efectiva de proteger una cartera frente al riesgo de mercado, consiste en el uso de contratos de opciones sobre instrumentos indiciarios del mercado en el que se está participando. Por ejemplo, si tengo una cartera compuesta principalmente con acciones de compañías norteamericanas, puedo comprar Puts (opciones de venta) de instrumentos derivados del SP 500 (índice que lista las quinientas compañías norteamericanas más representativas del mercado accionario, a juicio de Standard & Poor’s.).
Riesgo operacional
Si usted invierte en acciones, usted está expuesto a riesgos operacionales de cada una de las compañías en que tiene acciones. El riesgo operacional es el de sufrir pérdidas con motivo de procesos, personal o sistemas inadecuados o fallidos, o por eventos de carácter exógeno. Por ejemplo, si tiene usted acciones en una compañía aérea X, y por cualquier motivo un buen día la fuerza laboral sindicalizada de dicha compañía decide irse a huelga, usted experimentará pérdidas (lo más probable es que el precio de la acción de dicha compañía sufra mermas importantes en el mercado en que se negocie) debidas al riesgo operacional.
En cuanto a factores externos que pueden generar pérdidas poner riesgo operacional, está por ejemplo la posibilidad de que disputas con proveedores cruciales tenga por efecto la suspensión del proceso productivo en alguna de las líneas de producción. El riesgo operacional es diversificable.
Riesgo país
Si tengo acciones en una compañía minera con importantes operaciones en algún país suramericano, por ejemplo, y un buen día el gobierno de dicho país decide nacionalizar las operaciones mineras, la compañía sufrirá pérdidas y, por tanto, el precio negociado de la acción también sufrirá. Hay actividades que son más susceptibles que otras, al riesgo país, como por ejemplo, la actividad minera. El riesgo país es, por supuesto diversificable.
Resumen
Los antes expuestos riesgos no son los únicos tipos de riesgo financiero. Están entre los más importantes, pero hay otros riesgos con los que debe familiarizarse todo el que desea invertir en mercados organizados. Algunos de estos riesgos son más manejables que otros, y algunos no tanto. Pero lo importante es recordar que invertir y apostar son dos actividades totalmente distintas. La primera es una en la que se está consciente de los riesgos, y se establecen estratagemas racionales para su mitigación.
No suma cero
(Artículo publicado en Revista Agenda, Panamá, ed. de junio de 2011)
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